viernes, 24 de abril de 2015

Pritzker Ibéricos (3/5) Eduardo Souto de Moura



Extracto de la conferencia de Eduardo Souto de Moura el 24 de abril de 2015 con motivo de la celebración del 50 aniversario de la ETS de Arquitectura de la Universidad de Navarra

Buenos días. Muchas gracias por la invitación. Es un placer estar en esta Escuela donde pasé muy buenos momentos con amigos. Es un honor que me hayáis invitado y venir aquí a celebrar los cincuenta años, no sólo por la Escuela misma sino por estar con dos maestros increíbles, Álvaro Siza y Rafael Moneo.
Me pidieron hablar sobre dos proyectos. El primero es de principios de los años ochenta, cuando era aún estudiante y trabajaba con Álvaro Siza, durante los tiempos de la revolución en los que la Escuela estaba cerrada.
Un día Siza me dice:

–Eduardo, tienes que irte. No puedes continuar trabajando aquí. 
–Y ¿por qué? 
–Porque aquí solo yo proyecto. Como quiero que seas arquitecto, te vas.
–¡Me gusta estar aquí! No tengo nada que hacer fuera...
–No. Tienes que irte. ¿Tienes alguna posibilidad de trabajar?
-Bueno sí, hay un profesor de Urbanismo que está haciendo un plan para Braga y tiene que hacer un mercado y me pidió si le podía ayudar. Le dije que no, que trabajaba con Siza.
–Vas a aceptar y a trabajar con el profesor de Urbanismo.

Y me fui. Y el trabajo es éste, el Mercado de Braga. Es un proyecto que me gusta mucho. No por ser el primero, sino por el proceso, muy interesante, porque se construyó en los ochenta y después fue demolido por problemas estructurales de la cubierta. El alcalde me avisó que tenía que demolerlo y que se quería hacer algo con el sitio. Yo le dije que tendríamos que acordar un programa, porque sin programa no hay arquitectura.
(…)
Hoy la crisis es de diseño, nos falta esta idea de la arquitectura de la regla que ha habido siempre desde el clasicismo, los griegos, romanos, renacimiento, barroco, neoclásico, movimiento moderno –que es una forma de clasicismo, porque vemos a Le Corbusier dibujando los trazados reguladores renacentistas en las fachadas de sus villas. (…) Vemos, por ejemplo, cómo Mies trabajaba en su propia idea de clasicismo, con la composición tripartita clásica de la base, el fuste, la cornisa, negativa en el moderno, y el cuerpo en vidrio con la ventana horizontal… Mies entiende que no podía hacer el ridículo del pastiche, tenía la idea del espacio clásico adaptado a los tiempos y a la posibilidad de los materiales. (…) Inventa su propio clasicismo, es lúcido, adaptado a su tiempo.
(…)

El segundo proyecto no está acabado. Es un encargo para una central hídrica en una presa que fue reprobada por la UNESCO en el parque del vino de Oporto. Muy contestada por los verdes. Yo no soy verde, soy arquitecto y me gusta el hormigón. Ya tuve muchos problemas cuando construí el metro de Oporto porque lo natural es construir las estaciones bajo los jardines. Había una regla por la que se quitaban dos árboles para hacer perforaciones verticales y construir la estación, y se plantaban treinta. Pero los verde se encadenaban a los árboles con carteles que decían “Souto de Moura traidor”, la vida es dura…
 (…)

 Me interesa ‘lo verde’ como arquitectura, no me interesa en sí mismo. Me interesa la ‘construcción del verde’.
 (…)

Como decía Siza hay que trabajar en equipos interdisciplinares. Yo pienso que es una alternativa hoy cuando se habla de la crisis en la arquitectura, una crisis metafísica, de angustia del artista que no sabe qué hacer… hay manera de contrarrestar esto: trabajando con otra gente. Aquí trabajé con ingenieros que son muy pragmáticos y no tienen narrativas literarias: una puerta es una puerta, una ventana es una ventana. Y esto también es útil y fresco algunas veces.
(…)

El clasicismo se define por copiar a la naturaleza. Dice: las reglas del arte, de la belleza están ahí. Hay que copiarla. El moderno, dice lo contrario: hay que hacerlo mejor que la naturaleza y la naturaleza es la que viene a copiar al arte. Una analogía: el Guernica no existe como espacio físico, existe el cuadro de Picasso, o en el Mont Saint Victoire uno ve el cuadro de Cezanne, no ve el monte.
(…)

En la arquitectura hay formas perennes en todo el mundo, no es una actividad artística que sale de la cabeza del arquitecto. Hay una fuerza nacional, cultural,… que lleva a que las formas de las casas de Mesopotamia 5.000 años antes de Cristo sean casi iguales a las casas del Alentejo del sur de Portugal ahora. Es una cosa extrañísima, más es así.
(…)

Para acabar, (se proyecta una imagen del Estadio de Braga) esto es una tentativa que hice de controlar un territorio, no hacer un objeto sino trabajar con la montaña, no hay paisajismo, la arquitectura está conectada con la naturaleza, una ayuda a la otra. No hay verde sin hormigón ni hay hormigón sin verde. Muchas gracias.

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