viernes, 7 de febrero de 2014

OR Solano Benítez

Taller de proyectos de Solano Benítez en el MDA de la ETSAUN. Cortesía del blog del MDA

El modo de acercarse a los primeros compases de un proyecto de arquitectura es diverso. Podría decirse que tanto como arquitectos. Aunque también es cierto que pueden reunirse ciertos modos de hacer comunes y genéricos, que se inclinarán más por unas o por otras estrategias, dentro de las que ofrece la disciplina y entre las que puedan surgir nuevas, para abordar este proceso de pensamiento que al menos en sus primeros estadios comparte vínculos con cualquier otro creativo.

En cualquier caso, la estrategia de proyecto que ha propuesto Solano Benítez a sus alumnos del taller de Proyectos del MDA que viene impartiendo este segundo semestre del curso 2013-14 no se encuentra entre las más comunes. Tiene que ver con una actitud fascinante que el propio Solano fomenta en su equipo, que cualquier arquitecto debe tener grabado en sus modos de hacer, y que ya pudo leerse entre líneas en la conferencia del pasado viernes 21 de febrero: una inquietud intelectual desbordante, un ‘cuestionarse todo’. 

En la conferencia, bajo el título “Influencias del yryvu” (en guaraní ‘cuervo’) repasó la influencia de Le Corbusier sobre su propio trabajo aunque de un modo diferente –las explicaciones sobre el guaraní ya dejaba intuir el filtro por el que se iba a pasar al maestro–, interesándose no tanto por los resultados sino por los procesos previos, por las soluciones constructivas, por los ingenios de la puesta en obra, por lo inacabado, en definitiva, por la “fotografía del día anterior”.

Y en el taller ha planteado un proceso distinto para alcanzar el proyecto: estudiando la materia, y en lo posible una de segunda generación, es decir que estuviera ‘viva’. Solano ha propuesto a los arquitectos que se conviertan en científicos, que estudien la materia, sus propiedades físicas y mecánicas, cómo convertirla en un material, ver qué posibilidades ofrece, cuáles son sus limitaciones, qué técnicas constructivas se le podrían aplicar. Y después, sólo después, pensar en un proyecto que tendrá, cómo no, su programa de necesidades y su ubicación, un contexto determinado.

Evidentemente este proceso es inusual. Si bien el material es uno de los ingredientes básicos del proyecto, o debería serlo, partir exclusivamente de la materia no lo es tanto. Y menos que ésta sea el inicio del proceso de diseño y, en cierta manera, su final. Exige del arquitecto retornar a ese estado, a veces aletargado, en el que se cuestionan los porqués, incluso se discuten los principios. Es el modo de avanzar. Es lo que ha propuesto Solano.


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