viernes, 24 de enero de 2014

OR J.L. Carrilho da Graça

Puente Peatonal sobre “Ribeira da Carpinteira”, João Luís Carrilho da Graça

¿Cuál es la distancia más corta entre dos puntos? No es necesario preguntarle al bueno de Euclides para conocer la solución al problema. Si exceptuamos la matemática esférica, o algunos complejos planteamientos filosóficos, la línea recta, la del paralex, esa es.

Recuerdo un chiste que circulaba entre los estudiantes cuando empecé a estudiar arquitectura. Resulta que se le planteaba a un ingeniero y a un arquitecto cuál sería su propuesta para diseñar un vial que subiera una montaña: mientras el ingeniero se afanaba en calcular pendientes y optimizar el trazado para salvar la altura de la manera más eficiente posible -sin ni siquiera prestar atención a las poblaciones o vegetación existente-, el arquitecto se ocupaba de organizar un recorrido con las mejores vistas y orientación, haciendo de la ascensión una completa experiencia sensorial, -sin preocuparle (tanto) cuestiones más prosaicas.

El chiste, que, por cierto, tenía algún otro elemento que provocaba la carcajada, dibujaba una gruesa e injusta caricatura de ambos profesionales. Y, en él, el arquitecto quedaba retratado de una manera un tanto frívola. Es cierto que, en ocasiones, los arquitectos, en pos de banderas que difícilmente puede comprender el usuario tipo de su arquitectura, pueden llegar a rozar la irresponsabilidad en sus diseños: desvíos presupuestarios, circulaciones complejas o materiales costosos pueden contribuir a la generalización de esa imagen distorsionada de la que se servía el chiste.

Y sin embargo, también la acción del arquitecto responsable puede fácilmente contaminarse de ese tópico. Pudiera ser el caso del puente peatonal sobre Ribeira da Carpinteira proyectado por Joao Luis Carrilho de Graça y que presentó a toda la escuela el pasado viernes 24 de enero en una magnífica conferencia en el Aula Magna. El puente, de una belleza indiscutible, se vale de un trazado sinuoso para salvar los 220m que separan el centro y la periferia de Covilhã. El tramo central, perpendicular a la topografía del valle, es el elemento principal. En primer lugar, ofrece unas vistas espectaculares que cubren, a un lado, la montañosa Serra da Estrela, y, al otro, la vasta llanura Cova da Beira. Pero además, su posición perpendicular, unida al diseño exquisito de pilares y vanos, y a la enorme altura por la que discurre la pasarela, regala una imagen de un atractivo fascinante. Dos tramos oblicuos, apoyados en unos soportes diferenciados que algún día quedarán ocultos por vegetación, concluyen un proyecto magistral que demuestra que, aunque la línea recta es un distancia muy corta, puede no ser la mejor de las soluciones.


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