viernes, 31 de enero de 2014

CF Carlos Sambricio


El Monasterio de El Escorial, por motivos muy distintos y en varios momentos de la historia, ha tenido un especial protagonismo en el devenir de la arquitectura española. Lo fue evidentemente en el dilatado proceso de su construcción en el que se implica directamente el monarca Felipe II, pero también por su valor simbólico, su descomunal tamaño o su complejidad, y mucho después por los estudios de hipótesis acerca de su evolución como imagen de una arquitectura clásica, sobria, española y de estilo que podía ser reflejo y ejemplo a seguir.

Si en ocasiones nos referimos a la arquitectura como una forma especial de comprender y explicar la realidad (es lo que suele decirse de aquellas obras que son como "libros abiertos") no es menos cierto que los mensajes en ocasiones no son tan claros, o no quedan tan fácilmente al descubierto. Además siempre queda la interpretación, pues lo que para unos puede ser la voluntad consciente de manifestar una idea, puede ser torpeza e incapacidad de manejar el lenguaje para otros.

Tal es el caso de la conferencia del pasado viernes (31.01.2013) donde Carlos Sambricio desempolvó un antiguo estudio desvelando las motivaciones, contradicciones, ausencias, aciertos, de Juan Bautista de Toledo en La Galería de Convalecientes, que pasa por ser el inicio del monasterio. Lo hizo siguiendo un método deductivo a partir de la simple observación y confrontación con lo visible, cierto es que contando con la erudición sobre la obra anterior y el arquitecto.

La arquitectura, en efecto, puede ser un "libro abierto" para el observador interesado frente al ilustrado, que le permite sobrepasar la erudición a favor de la experiencia para comprender los mensajes que cualquier proceso de proyecto encierra a la vista de la obra construida. Las contradicciones, los puntos débiles, los aciertos, quedan a la vista cuando se experimenta la arquitectura de un modo consciente. Ya solo hace falta estar atentos.


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