"Muchas gracias. Gracias. Durante los pasados treinta años, me he dedicado a hacer arquitectura, y en ningún caso soy un buen orador (...)
Creo que en arquitectura coexisten dos dimensiones separadas. Una es substantiva y concierne a la función, la seguridad y la economía, en tanto que la arquitectura acomoda al hombre, no puede ignorar estos elementos de lo real. Pero, ¿puede la arquitectura ser arquitectura sólo a partir de esto? (...)
Es en este punto que esa otra dimensión, la imaginación, entra en juego. (...)
Para mí, hacer arquitectura y pensar son la misma cosa. Durante más de treinta años, he estado haciendo arquitectura basculando entre el ideal y la realidad, entre lo ficticio y lo substantivo (...)"
Tadao Ando recibe el Pritzker en plena madurez, aunque joven para lo que suele estimarse en la carrera de un arquitecto. Como recordaba Kenneth Frampton en la laudatio de la ceremonia de entrega, el japonés había saltado a la escena con la diminuta Casa Azuma, pero que seguramente contiene las características principales que han seguido después a toda su obra. La casa es ejemplo de la introspección frente al caos que ha practicado Ando, a la que podemos añadir el hormigón terso como material, la luz como definidora, la simplicidad y modestia en las decisiones y una actitud siempre delicada hacia el lugar, donde la aproximación y la experiencia de la arquitectura casi siempre raya lo lírico. Es muy difícil no emocionarse al volver la mirada sobre la Capilla en el monte Rokko, la Capilla de la luz en Osaka, la Capilla en el agua en Hokkaido, o El Templo del agua en Hyogo.
En efecto, la arquitectura es servicio (no puede ser de otra manera) pero en ese sentido amplio que desborda por mucho, "la función, la seguridad o la economía", y que en palabras de Ando es "estimular el espíritu humano, despertar la sensibilidad y comunicar con lo más hondo del alma humana". Y vaya si lo consigue.
El pasado viernes (26.04.2013) el grupo compuesto por Marta Artamendi, Iera Camiruaga, Sofía Mendizabal, Rebeca Piedra, Edurne Quintana y Ana Ruiz convocó a toda la clase a reflexionar sobre estas y otras cuestiones al presentarnos el decimoctavo y penúltimo seminario del curso 12-13.
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