viernes, 20 de marzo de 2015

AA Josep Ferrando

Exposición JF Aedes Architekturforum Berlin (fotografía tomada de la web del autor)
Josep Ferrando mostró el pasado viernes 20 de marzo sus proyectos más recientes, expuestos en el vestíbulo de la Escuela entre febrero y marzo dentro del ciclo Arquitecturas de Autor. La actividad profesional del arquitecto catalán se aproxima, si cabe, a la práctica cada vez más difusa y habitual entre los más jóvenes, que pasa por la colaboración con otros arquitectos para desarrollar proyectos o concursos de arquitectura, los proyectos ligados a la docencia, el diseño de mobiliario, o las exposiciones de trabajos ajenos o propios, entre otras, ligando cualquier actividad al proceso de creación, otorgando a este una categoría propia y sobre todo a su explicación como parte inherente, y a veces más interesante, del resultado final.

Así quedó claro en la delicada exposición de su trabajo ‘Materia y luz’ en la galería berlinesa AEDES, a través de 12 maquetas de otros tantos proyectos cada una ejecutada íntegramente en un solo material de los seis seleccionados: madera, acero, piedra, hormigón, vidrio, cerámica. La explicación de la exposición por parte de su autor es quizá la mejor síntesis de la conferencia de Ferrando:

“En la esencia del proyecto arquitectónico o de la obra construida final reside una dualidad inherente: el lugar y el arquitecto. El lugar se impone en cualquier caso, y somos los arquitectos los que adaptamos nuestro método, nuestra mirada y, con ello, la interpretación personal que prevalecerá durante el proceso. Esta dualidad entre lo inamovible de la realidad -el contexto y el territorio-, y la interpretación que hacemos de ella, se aúna en el proyecto y se comprueba finalmente en su construcción.

La obra arquitectónica como suma de materia y luz. El volumen –materia– en tanto que objeto inanimado, silencioso, quieto. Y luz –espacio indefinido–, como vacío delimitado por la materia, vivo, en movimiento, dinámico.

Para llegar a esta simbiosis entre materia y luz, entre la definición del espacio y el espacio habitable, el arquitecto trabaja en un lugar, con un contexto, en una situación que se le impone y que no puede ignorar, y a la que debe dar respuesta.

Este proceso arquitectónico se gesta a través de los documentos, todo tipo de ellos. Un lenguaje que se genera propio –personal– y concreto –del lugar– que, más allá de servir al arquitecto para construir, origina la creación de un relato que llegará en algunos casos a su objetivo final: que la gente pueda habitar esos lugares y dé cobijo a nuevos y propios relatos.

En mi condición de arquitecto vivo una dualidad entre el oficio y la didáctica; entre la práctica y el método. El proceso alimenta la finalidad última de ser de un edificio, y el edificio construido alimenta al proceso, a la globalidad del proyecto arquitectónico. 

Cómo llegar a un lugar mereció por tanto el mismo mérito que llegar. Porque su interpretación mediante el proceso será más sensible con la condición humana, con el tiempo.

Sin la definición del lleno no habría un vacío habitable. Sin materia no habría luz; no habría, por tanto, vida. Ni arquitectura. Reconocer el lugar y el proceso de adaptarnos nosotros a él nos da la capacidad a los arquitectos de proporcionarle vida. Nos da la oportunidad de reanimar la materia a través de una correcta interpretación de la luz”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario