lunes, 23 de febrero de 2015

¿Hacia dónde va la nueva arquitectura? Arte y Normalización

Jacobus Johannes Pieter Oud

OUD, J.J.P., "¿Hacia dónde va la nueva arquitectura? Arte y Normalización", en Mi trayectoria en "De Stijl", Murcia: Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, 1986, pp. 101-103.


(Extracto)


En cierta ocasión un amigo mío —un prestigioso pintor y arquitecto ruso— me escribió estas palabras: "hacemos nuestro trabajo concienzudamente, lo elaboramos hasta en los detalles más pequeños, nos consagramos totalmente a nuestra tarea sin pensar en el arte y mira, un día, la obra ya está lista y ¡se nos aparece como arte!"

En la arquitectura pasa, según me parece, lo mismo. No sé si en el futuro el mundo se regirá por la normalización, lo único que sé es que sin ella simplemente no se regirá. No sé si en el futuro sólo se construirá o también se hará arte. No lo sé y, si soy sincero, tampoco me importa. Hago mi trabajo como creo que tengo que hacerlo, como un hombre honrado, es decir, no sacrifico la confortabilidad y el capital de la persona que me ha hecho el encargo para satisfacer el gusto de tal o cual fecha anterior de los paseantes y visitantes. Sólo intento construir una casa sólida y buena en la que se sienta a gusto.
Como no soy demasiado idealista, dejo que los "paseístas" moldeen su vida diaria en formas muertas. Creo que la vida está muy bien tal como es, la prefiero: bella o no bella, pero viva. Prefiero que transcurra —como transcurre y no me gusta ver cómo los soñadores ajenos al mundo perturban su marcha.

Admiro al Sr. Jansen porque es capaz de excederse tanto en su idealismo que concede a sus sillas un apoyo extraordinario mediante cabezas de leones y otros ornamentos. Me entusiasma arrebatadoramente el enternecedor tejado a dos aguas, porque nunca hubiera pensado que algo tan poco práctico pudiera producir un delirio colectivo de tal suerte.

Puedo estimar, aunque no comprender, un tal altruismo en esta época de materialismo en la que vivimos; siempre me alegro ante el idealismo, incluso cuando, como aquí ocurre, se presenta precisamente en sentido inverso. 

Como ya he dicho: no soy así y en la práctica no puedo tomar parte en ello. Quiero que en mi casa uno se sienta a gusto, aunque sea, si así tiene que ser, a costa de este idealismo. En mi casa tiene que ser posible sentarse bien, tiene que tener luz y aire. Además mi casa tiene que ser pura. Verdaderamente no estoy por la autocracia del standard; hay cosas más importantes en la vida y la naturaleza también tiene que mostrarse viva ahí donde la normalización es necesaria. Ahora bien, ésta tiene muchas ventajas: es barata y buena y está en un proceso de continua mejora. Puertas y ventanas standard, sillas y mesas standard son mejores y pensadas y examinadas mejor que el objeto único: ¿tengo el derecho de privar a la persona que me hizo el encargo de estas ventajas?

La naturaleza siempre tiene razón en su obviedad. El razonamiento sano funciona bien en el mundo. Nos ha donado la normalización — ¿tenemos, pues, que ser tan pedantes y rechazarla? 



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