"La arquitectura tiene siempre una función social, y las nuevas utilidades y recursos de una sociedad se incorporan ahora como ha ocurrido siempre en una comunidad. El arquitecto no se puede negar a las nuevas posibilidades".
Oscar Niemeyer fue en origen un gran defensor de las ideas implantadas por Le Corbusier, pero a diferencia de otros las asumió como suyas y a partir de ellas creó un lenguaje propio y único que concordaba perfectamente con la modernidad que postulaba el maestro suizo por aquél entonces.
Sus obras son el resultado de una intuición, de una inspiración y sentimiento momentáneos que le llevan a proyectar formas, espacios y una arquitectura que refleja con suma delicadeza la sensibilidad de un primer impulso. Esto no significa que su arquitectura sea simple y banal, sino todo lo contrario: parte de esa intuición inicial desarrolla el proyecto con sumo refinamiento y coherencia para, finalmente, lograr una obra completamente íntegra y de un gran valor artístico, plástico y arquitectónico.
Dichas formas, que concibió hace ya más de 50 años, siguen resultando al ojo del público tan luminosas y sorprendentes como lo fueron antaño, legando a la sociedad actual y a la venidera la experiencia artística que nos ofrece la mente del brillante artista y arquitecto que las creó, Oscar Niemeyer.
El 21 de febrero Cristina Bustamante Peche, Elena Salazar Quintanar, Sandra Endolz Nava, Lucía Martínez Martínez y Ramón Alemany Güell repasaron la obra del arquitecto brasileño.
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