“El arte de la arquitectura puede ser la manera particular en que se ensamblan los elementos simbólicos funcionales… pero, el edificio total, debe surgir de un ensamblaje de elementos de la vida diaria, reconocibles para un hombre común y no solo para un arquitecto”.
James Stirling (1926-1992) diseñó varios edificios que marcaron un nuevo estilo, combinando en las fachadas el ladrillo con el hormigón visto. Estas obras, que habitualmente se inscriben en la llamada corriente 'brutalista', muy en boga de aquella época, tiene como ejemplo más célebre la sede del departamento de ingeniería de la Universidad de Leicester.
De las palabras de Stirling puede interpretarse su interés en que los edificios reflejen el uso al que se dedican, situando a las personas como verdaderos protagonistas. De modo que las consideraciones del edificio en clave humana, dentro de su entorno, dominan todo lo relativo a la estructura, la estética e incluso la economía. Además, y según esto, el edificio debe mostrarse rico y variado en su configuración, evitando resoluciones simplistas que pudieran empobrecer su experiencia. Y es en la manera en la que estas formas y elementos se combinan lo que constituye para Stirling el meollo de la arquitectura.
A finales de los 70's sus edificios empezaron a adquirir colorido y ornamentación. Su estilo fue incorporando abundantes referentes históricos y formales que le aproximaron al 'postmodernismo' arquitectónico, preconizado por su coetáneo Venturi. Muestras representativas del carácter lúdico que impregnó su obra en esta segunda etapa, caracterizada por el libre juego de complejas formas geométricas y el uso del color en los abundantes elementos decorativos, son la “Neue Staatsgalerie” o el “Museo Fogg”.
El 18 de octubre de 2013 Armando Bernáldez Diago, Camilo Domínguez Echeverri, Aída Colom Olivera, Sara Ariño Pérez de Zabalza y Jorge Goenaga Ferbnández repasaron la vida y obra de James Stirling.
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