La arquitecto eslovena Marusa Zorec abrió su conferencia con las impresionantes imágenes de la cubierta que Jugovec realizó en un bello paraje a medio camino entre Ljubljana y Zagreb. Las sugerentes fotografías de la elegante construcción que el arquitecto e ingeniero realizó sobre las ruinas de una antigua iglesia calcinada en un incendio no pueden competir con la experiencia de visitar el lugar en primera persona, como hicimos con un grupo de alumnos el pasado verano durante el ISS International Summer School. Sin embargo, sí es posible hacerse una idea de la rica simbiosis que se produce en ese lugar entre naturaleza y arquitectura moderna, y de cómo la arquitectura debe ocupar su correcto y humilde lugar para destacar lo que realmente es importante en cada situación.
En un intento desesperado por explicar la historia del sitio, el campesino propietario de los terrenos sólo era capaz de articular, en un más que rudimentario inglés, una única palabra: fire, a la vez que dibujaba un círculo sobre el guardabarros de su propio tractor. En efecto, el fuego consumió la bella iglesia de madera dejando únicamente sus cimientos de piedra en un lugar cuyo perímetro, un círculo casi perfecto, tiende a inundarse durante las lluvias de otoño y primavera, dejando que la nueva cubrición de Jugovec levite, ya no sólo sobre las ruinas, sino también sobre las aguas sobre las que a menudo se refleja.
De forma parecida, y también así lo expresa ella, los proyectos más recientes de Marusa Zorec en Maribor o Brezje, transmiten la delicadeza con la que los arquitectos eslovenos se enfrentan al lenguaje de la arquitectura moderna a la vez que necesariamente entonan un suave diálogo con la tradición y la historia. Por supuesto, además de imágenes de sus propios proyectos, Zorec mostró obras del aquí más desconocido Edvard Ravnikar, el mejor discípulo de Joze Plecnik, y uno de los grandes maestros y claro referente de la arquitectura eslovena contemporánea. La devoción especial de Zorec por la obra de Ravnikar la ha llevado a abanderar la lucha por la conservación de algunas de las obras del maestro, que sin duda se hubieran perdido de no haber sido por su tesón y empeño activista. Sin duda una evidencia más de la continuidad histórica con la que los eslovenos se aproximan a la arquitectura contemporánea. Pero eso ya es otra historia.
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