"Viviendas formales", en otras ocasiones "viviendas geométricas", es ya un proyecto habitual entre los planteados por esta asignatura. Pretende llamar la atención sobre un hecho radical de la arquitectura, al menos durante el pasado siglo: el espacio doméstico como centro de atención indiscutible, o lo que es lo mismo, sobre la reformulación de las ciudades. Al tiempo, la vivienda es el lugar donde se ensayaron parte de los avances técnicos y muchas de las aspiraciones sociales de cambio de la época. Podemos recordar, por ejemplo, cómo Le Corbusier reclamaba en Vers une Architecture (1923) que "el primer deber de la arquitectura, en una época de renovación, consiste en revisar los valores y los elementos constitutivos de la casa".
El siglo pasado está marcado por este debate a propósito de la vivienda, sobre todo de la vivienda social que normalmente configura el tejido urbano y acoge a la mayor parte de la población. Las manifestaciones que tratan la vivienda y la ciudad en el último siglo, incluidas las propuestas más utópicas, son innumerables. Bastaría repasar la historia urbana del pasado siglo para reconocer esta mutua dependencia entre el modo de habitar individual y el colectivo, su constante reformulación y crítica.
Pongamos por ejemplo lo sucedido en los años 70 y el grupo italiano Archizoom que proponía una utopía urbana basada en la urbanización total y radical del territorio. La No-Stop City era una ciudad sin límites, intensa, donde cabía un modo de habitar totalmente distinto, recurriendo a una arquitectura sin atributos específicos, uniforme. Podríamos pensar en ella como una especie de enorme ciudad-inmueble, homogénea, sin distinciones e ilimitada. Andrea Branzi, uno de los fundadores del grupo, explicaba esta utopía homogeneizadora con ironía, como un modo de emancipación de las convenciones por la vía de asumir sin tapujos y desdramatizar la lógica de la producción en masa. Archizoom planeaba utilizar de un modo mordaz las mismas herramientas que abiertamente criticaban para cambiar el mundo, esto es la sociedad de consumo y el capitalismo por entonces emergente.
Las implicaciones sociales de esta utopía son tan radicales como fascinantes son el aparato gráfico y propagandístico que la describe. Y como suele suceder en toda utopía no deja de contener, si acaso, algo de la realidad urbana de nuestros días.
Pues bien, lo que propone el ejercicio es una reflexión sobre la cuestión doméstica en términos igualmente abstractos: se demanda una reflexión sobre la vivienda contemporánea y se solicita al alumno que sea mediante prototipos de volumetrías esenciales.
Así, el ejercicio consiste en proponer y definir exhaustivamente una vivienda que tiene dimensiones suficientes para el desempeño de las tareas domésticas básicas de nuestro tiempo y puede situarse en un emplazamiento indeterminado. Para ello se definen unas volumetrías específicas y peculiares a la que deben acogerse las distintas soluciones, y unas normas estrictas que, aunque pueda parecer que limitan el campo de acción del arquitecto, tratan de llamar la atención sobre la definición exhaustiva de los elementos posibles de la casa y su organización. Estas viviendas formarán parte de un tejido residencial ilimitado, en una estructura homogénea, sujeta a una pauta horizontal y definida a través de un sistema regular de comunicación.
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